Es cierto que cuando nos quedamos sin trabajo, perdemos un ser querido, nos traicionan, vivimos una separación o un cambio difícil e inesperado, necesitamos reunir toda la fortaleza, el valor y las herramientas esenciales de las que disponemos para levantarnos y superarlo.
Hay personas que se fortalecen en las crisis, mientras que otras se debilitan hasta llegar a considerarlas situaciones imposibles de superar, quedando atrapadas en un círculo negativo de negación, buscando culpables, sintiéndose deprimidas, victimas de lo sucedido, sin poder reconocer, y menos aceptar, que con su actitud y comportamiento terminan agravando el problema que necesitan resolver.
Y es que entrar en crisis hace que perdamos la estabilidad, la seguridad, la confianza, la tranquilidad, el bienestar y hasta la claridad y la sabiduría que necesitamos para afrontarla y superarla. Cuando nos dejamos llevar por la desesperación caemos en un caos sintiéndonos impotentes, confundidos, atemorizados, pensando que no podremos superarlo y que será el final de nuestra vida. Es entonces cuando necesitamos hacer el esfuerzo, voluntario y consciente, de recuperar y mantener la calma que necesitamos para analizar la situación objetivamente, y buscar las alternativas y las posibilidades de solución.
Las crisis pueden convertirse en un aliado que nos lleve a conocernos mejor, a reconocer nuestros recursos personales y nuestras fortalezas, a replantearnos nuestras metas y propósitos para dejar atrás el pasado, aprender de la experiencia y comenzar una nueva etapa. Son una oportunidad para reflexionar, aprender, crecer y tomar el control de nuestra vida.
Después de un proceso de dudas y de mucha confusión siempre surge en nosotros la claridad, la esperanza y la confianza que necesitamos para recuperarnos a través de la resiliencia. Aquellos que logran llegar al final del proceso transforman el dolor y la dificultad en una fuente de energía poderosa y constructiva.
Pasos para superar esos momentos - Aceptar lo sucedido. Mientras más nos mostremos dispuestos a aceptar lo sucedido, más rápidamente lograremos ponernos en acción para afrontar y superar la situación que estamos viviendo. Conectemos con el valor en lugar de hacerlo con el miedo, decidamos confiar en nuestra capacidad de manejarlo con calma y determinación, sabiendo que todo pasa y que todo tiene solución.
- Reconocer nuestras fortalezas. A través de la práctica de la mirada interior y con gentileza, respeto y atención, es importante hacer un inventario personal de nuestras cualidades, valores y sobre todo del conocimiento adquirido a través de cada experiencia de vida, para que podamos ganar la confianza, la fortaleza y el coraje que necesitamos para persistir y seguir adelante.
- Buscar y resaltar lo positivo. En cada situación difícil siempre existen elementos positivos que nos permiten manejar la crisis con más facilidad. Estar dispuestos a aprender, a reflexionar, a buscar ayuda y a hacer cuanto sea necesario para levantarnos y volver a comenzar, nos dará la fortaleza para superarla. Evitemos mirar hacia atrás, decidamos canalizar la tristeza, la ira, el dolor o el temor que pudiéramos experimentar, enfoquemos nuestra atención en el aquí y el ahora, buscando reconocer y valorar todo lo bueno y lo positivo que también envuelve nuestra vida en este momento.
- Aprender de lo vivido. Es importante tomarnos el tiempo para reflexionar sobre lo sucedido, de la manera más objetiva y serena posible, evitando buscar culpables. Así podremos asumir nuestra responsabilidad en lo ocurrido, reconocer los errores y asumir el compromiso de corregirlos y no repetirlos, de manera que podamos realmente transformar y mejorar nuestra situación de vida.