La verdad es que a todos nos gusta vivir en armonía pues es el camino seguro para alcanzar el bienestar emocional en la vida. Y es placentero dominar el tema, tan objetivo y subjetivo a la vez, de saber elegir la bebida correcta que armonice con los distintos postres de chocolate. Tener esa capacidad es la vía al mayor túnel de placer.
Crecí con mi amada Savoy y sus mejores y más finas golosinas elaboradas con auténtico cacao venezolano. En el camino descubrí lo que los venezolanos somos capaces de lograr.
Cientos de pequeños productores que ofrecen las distintas opciones del cacao nacional: forastero, criollo y trinitario, de cuyos frutos podemos obtener licor de cacao, pasta y manteca de cacao. “Necesitamos azúcar para darle sabor”, como dice mi amiga María Fernanda.
Lo primero es definir armonía
Es la sensación de placer que sentiremos cuando, una vez tragado el bocado de un platillo, este no opacará el sorbo de una copa de vino. Además, cada sorbo de la bebida deberá limpiar perfectamente las papilas gustativas, preparando y provocando la ingesta del siguiente bocado.
En ese proceso intervienen nuestros sentidos del gusto y del olfato, que se comunican y hacen posible la exaltación de placer de ambos protagonistas. Vino y comida se relacionan y se armonizan en ese importante momento. La saliva también es importante ya que influirá en el factor biológico del sabor, dependiendo de la cantidad y composición química de la misma.
Analizando muchas armonías algunas simplemente no lo son, aunque te gusten. En el fondo debe prevalecer un criterio correcto sobre los sabores y sensaciones del gusto propiamente dicho.
Con el chocolate, que es intenso en sabor y, al mismo tiempo, puede ser gustoso, grasoso, untuoso, ácido, amargo, dulce o suculento, se requiere de una bebida alta en alcohol y dulce. La combinación variará de acuerdo con el porcentaje de cacao que tenga el chocolate.
Los rones venezolanos de marcada tendencia dulce son excelentes compañeros para el chocolate
Guía de armonías
Armonía regional. Con un ron de una tendencia dulce muy marcada. Por ejemplo Ron Orange de Santa Teresa, Roble Ultra Añejo, Cacique 500, Ocumare Añejo, Cacique Leyenda o Reserva Exclusiva Diplomático.
Armonía por concordancia. Con los vinos Oporto Ruby, Vintage de Barros, Offley, Sandeman, etc. Con vinos fortificados con graduación alta de alcohol y dulces como los de Maury Mas a Miel, de Francia. O los del nuevo mundo: el uruguayo Licor de Tannat o el argentino Malamado de Zuccardi.
Armonía con Italia. Como el Recioto de la Valpolicella, buena graduación de alcohol y residuo de azúcar.
Armonía con menos cacao. Chocolates con menos de 50% de cacao podrían ir con algunos vinos muy dulces como Tokaji 5 puttonyos, Ice Wine, Sauternes envejecidos, Monbazillac, que son vinos dulces licorosos (no fortificados).
No recomiendo este tipo de chocolates con vinos secos porque les faltaría dulce para ese sabor, ni espumosos porque les faltaría alcohol para la suculencia y untuosidad del chocolate.
En conclusión, hay que buscar la armonía placentera con el criterio correcto para alcanzar los momentos de mayor disfrute de este extraordinario producto venezolano.
Agradecimientos
El pasado 13 de este mes se celebró el Día Internacional del Chocolate y con alegría agradezco mi encuentro con María Fernanda Di Giacobbe, a quien llamo por cariño “La Reina del Cacao”, por su amorosa labor y las ganas de enseñar a las admirables mujeres de cada pueblo de Venezuela, en los más escondidos y olvidados rincones, las técnicas y los distintos cuidados que ella misma aprendió de la sabiduría de los antepasados.
También agradezco a Jorge Redmon, de Chocolates El Rey, por ser pionero en esa producción maravillosa con nombres de árboles venezolanos, y por invitarme a unas catas deliciosas con una ingeniera química. A ellos les debo mi amor por el verdadero chocolate, el puro, el que no tiene leche, que concentra el néctar de la tierra y el cuerpo de quienes lo elaboran, a veces fino y elegante, otras más tosco y fuerte, al final siempre el auténtico chocolate.
Es el momento de valorar nuestro más delicioso producto, promocionarlo, conocerlo y fomentar la cultura de su consumo. ¡Qué viva el chocolate nacional porque lo pare el venezolano de a pie!, que aunque viva en situaciones muy complicadas, sigue adelante produciendo cacao, chocolate y futuro.