Crear es creer. Eso dicen algunos expertos. En otras palabras, la creación es un acto de fe en nuestras propias capacidades. Y en la medida en que ese sistema creativo se ponga a producir cada vez más ideas, tendrá mejores resultados a largo plazo.
El problema es cuando eso viene aparejado con la necesidad de crear solo ideas “rentables”. En otras palabras, aquellas que generen un lucro explícito que se pueda traducir en cuentas bancarias que contengan cifras con varios ceros.
Si ese es el mayor aliciente, es posible que con mucho esfuerzo y tensión pueda llegarse a producir un par de ideas rentables. Pero si es el único propósito es el germen del fracaso y del resentimiento. Si no se puede disfrutar con el proceso porque se busca por anticipado un fin, lo más seguro es que se produzca una gran frustración.
No se deben hacer varias tareas a la vez, lo mejor es tomar una pausa y empezar por lo prioritario / Foto cortesía Karolina Grabowska
Algunos elementos del proceso creativo
La ética propone un compromiso interior con respecto a las consecuencias que esa idea tendrá una vez cristalizada. El respeto por la vida y por las personas que disfrutarán esa idea es otro factor indispensable, pues de ello depende la calidad. Si no se hace de modo generoso es mejor no hacer nada.
La libertad es inspiradora en cualquier ámbito y más aún en el de la creación; de lo contrario, por más rentable que sea, la idea carecerá de visión a futuro y su aplicación tendrá una fecha de expiración.
Por último, si no hay espontaneidad en el proceso creativo no puede fructificar ni siquiera la mejor de las intenciones. La espontaneidad no está divorciada del orden, la disciplina o el compromiso; simplemente es una faceta más de esa gema que se talla hasta conseguir su máximo esplendor.
La escritura a mano estimula tres regiones del cerebro que posiblemente estén pausadas / Foto cortesía Katty Stokes
Tres hábitos para iniciar el camino creativo
Antes de hacer algo específico, podrías tomarte un tiempo para resetearte y generar de modo consciente una atmósfera idónea para encarar la creatividad como factor de desarrollo personal. Hoy te propongo tres hábitos para comenzar tu recorrido.
Cambiar los horarios. Este es el más difícil y se requiere persistencia. Consiste en levantarte media hora más temprano de lo que acostumbras y puede equivaler irte a la cama media hora antes. El propósito es usar esa media hora para crear un hábito, ya sea meditar, hacer una rutina física tranquila o respirar conscientemente. Trata de sostenerlo durante 21 días, tiempo para enganchar nuevas programaciones.
Llevar un diario de ideas. Puedes aprovechar esa media hora para anotar tus actividades, planificar el día, describir problemas profesionales o personales y desmenuzarlos según el modelo PNI (positivo, negativo e interesante). La escritura, si es a mano, funciona más porque estimula tres regiones del cerebro que posiblemente estén pausadas por el excesivo uso de la tecnología digital: el área cognitiva, el área visual y el área motriz.
Hacer una tarea a la vez. Nada negativo hay en tener la capacidad para entender y abordar varios problemas. El conflicto a largo plazo es hacer varias cosas importantes, y de distintas áreas, a un mismo tiempo, pues el cerebro recibe una sobrecarga. Esto no solo genera estrés sino que reduce la eficacia de nuestras actividades, según un estudio del Hospital Universitario George Washington. Trata de reflexionar sobre cómo enfrentas tus tareas, toma una pausa y empieza por lo prioritario.
@maruniversal