Cinco acciones que contribuyen a reducir el desperdicio alimentario
Por Mariangel Paolini: A propósito del Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos que se celebrará este martes
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Los resultados del estudio desarrollado por el Instituto sueco de Alimentos y Biotecnología (SIK) a pedido de la FAO, sugieren que alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas al año.

En los países de ingresos altos y medianos los alimentos se desperdician de manera significativa en la etapa de consumo, es decir que se desechan aún siendo aptos para el consumo.

En los países de bajos ingresos se desperdicia un poco menos y, aun así, las pérdidas durante las primeras etapas de la cadena de suministro son significativas, en especial porque la mayoría de los pequeños agricultores carecen de tecnologías para mejorar sus procesos y viven al margen de la inseguridad alimentaria.

Cuando se pierden o se desperdician los alimentos también se malgastan los recursos utilizados para producirlos, incluidos el agua, el suelo, la energía, la mano de obra y el capital invertido.

Por otra parte, todo el desperdicio alimentario termina en los vertederos de basura, generando el aumento de los gases con efecto invernadero que aceleran el cambio climático.

Para poner fin a la pérdida y al desperdicio alimentario es necesario articular modelos de producción innovadores que maximicen el rendimiento de las inversiones así como también educar al consumidor para optimizar el consumo y generar consciencia.

No hay que desechar las sobras: siempre sirven como ingredientes para otros platos 

A propósito del primer Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio Alimentario, quiero compartir con ustedes cinco acciones que pueden comenzar a implementarse desde hoy mismo:

1) Planificar las compras. Esta es una de las principales causas del desperdicio de alimentos en el ámbito del consumidor. Si se deben comprar grandes cantidades procurar que sean de lotes diferentes y almacenar de forma apropiada para evitar su descomposición.

2) Cambiar el paradigma al momento de comprar. La fruta fea también alimenta y si no la compramos nosotros quedará en el olvido hasta descomponerse. Esta puede ser la más difícil de aplicar al principio pues está arraigada en la cultura familiar. Hay que darle una oportunidad!

3) Comprar al productor local. Ellos suelen ser el eslabón más débil de toda la cadena, apoyarlos significa ayudar a la economía de sus familias a la vez que se acorta la huella de carbono asociada al transporte en rutas muy largas.

4) Aprender a usar todo el producto. En el caso de vegetales y frutas se puede aprender a aprovechar todas sus partes: hojas, tallos, raíces, cáscaras y semillas. En la mayoría de los casos todo es comestible.

5) Incluir la cocina de aprovechamiento en la planificación. Utilizar las sobras como inspiración para nuevos platos y darles una segunda oportunidad.

Este ha sido un año de grandes retos, nadie estaba preparado para lo que el Covid-19 generó, así que estoy convencida de que podemos aprovechar esta oportunidad para adoptar un enfoque diferente a la hora de consumir los alimentos.

Si quieren aprender a reducir las pérdidas y el desperdicio en casa, los invito a agendar una sesión de Food Mentoring a través de mi correo: hola@cocinasegura.com