Una mente llena de preguntas facilita el proceso de emprender con creatividad. Sin curiosidad es casi imposible ver problemas que esperan una solución. Más aún cuando esta podría proveer a muchas personas de un producto o servicio que facilite sus vidas.
Cuando se estudia escritura periodística suele hablarse de las 5 preguntas clave que toda noticia debería responder: ¿Qué, quién, cuándo, dónde y por qué? (en inglés, “Cuestionario de las 5W”). Aplicar esta fórmula no sería descabellado pues una buena idea también es aquella que pueda transmitirse con claridad y comunicarse de modo eficaz.
El conflicto aparece cuando no pueden responderse estas cinco interrogantes. En ese caso es improbable que pueda llevarse a cabo si no existe la disposición a contestarlas. Cuando ven algo original capaz de resolver un problema, miles de personas se preguntan “¿por qué no se me ocurrió a mí?”.
Un poco de filosofía para conocernos mejor
El filósofo Sócrates, conocido por su famosa frase “sólo sé que no sé nada”, solía aplicar a sus discípulos un método para facilitar el aprendizaje. Lo había creado a partir del oficio de su madre cuyo trabajo era ayudar a las mujeres a dar a luz. De ahí el nombre, “mayéutica” (“experto en partos”), con el que el pensador griego denominó su propuesta.
Hoy en día muchas personas buscan sedientas un modo novedoso que les permita ser más creativas en sus profesiones. Sin embargo, hacerse las preguntas correctas, en el momento idóneo, es una técnica antigua que está al alcance de todos. Tan solo hay que tener la perspicacia de usarla con corrección.
Las preguntas de tipo socrático no deben ser cerradas a un sí o un no, sino que deben ser abiertas. Deben estimular a la persona a encontrar(se) y observar, antes que nada, cuál es su motivación principal y cómo podría lograrlo tras una exhaustiva enunciación del problema que intenta resolver. Esto implica también preguntar a otros: recabar la mayor cantidad de respuestas posibles para tener un mejor panorama.
Tomar en cuenta las respuestas de los demás ayuda a tener un mejor panorama / Foto CottonBro StockJugar a ser detective. Lo lúdico es imperativo en el proceso creativo. Supón que hay una idea genial y se desconoce al autor.
¿Qué preguntas harías para entender quién, por qué y para quién la creó? Eso va a estimular mejor tus motivaciones.
Hacer una lista de 10 preguntas hipotéticas. Supón que tu idea debe pasar una audición ante un jurado calificador. Trata de ponerte en los zapatos de ese jurado y cuestiona tu idea de todos los modos posibles. Este ejercicio conseguirá que veas costados que no habías tenido en cuenta.
Hacer el cuestionario de las 5W. Conviértete en un periodista que intenta comprender un suceso (en este caso la idea que se te ocurrió) y contesta esas cinco preguntas. Este método te permitirá construir un discurso claro y conciso sobre lo que estás por crear.
Dejar que la idea nos cuestione. Dale vida humana a la idea. Que tome vida propia y te interrogue sobre por qué la trajiste al mundo. Deja que te interpele como si fuera un hijo. Esta dinámica conseguirá afianzar un vínculo emocional para que puedas persistir en llevarla a cabo.