Inesperadamente, a inicios del año, se abrió un campo de incertidumbre que superó nuestra educada habilidad para tomar provecho de la impermanencia del cambio. Quien más, quien menos, tenía sus estrategias para “surfear las olas de lo incierto” que provenían de la economía, la política, las estrategias del mercado o de la gerencia. Sin embargo, este año nos empujó a la experiencia de habitar el campo de la incertidumbre. Los gobernantes del planeta están frente a la amenaza de jaque mate de sus sistemas de salud, buscan a tientas y tratan de justificar los errores. Los humanos de a pie desafiamos lo incierto en la más intensa de las soledades.
“La única forma de vivir es aceptando cada minuto como un milagro irrepetible”, Tara Brach / Foto Unsplash
“En mi cabeza hay como una tormenta eléctrica de pensamientos que es imparable”. Esta confesión de José traduce el efecto del campo de la incertidumbre. Los pensamientos de José recorren el pasado y saltan al futuro porque hoy no sabe qué puede hacer para librarse de lo incierto. El nivel de estrés es muy alto. Ha cambiado todo en su trabajo y en su familia. Está reaprendiendo a vivir en pareja, en esa convivencia intensa que trajo la cuarentena interminable y, a la vez, está conteniendo a sus hijos mientras intentan asistir a la escuela virtual (cuando hay conexión).
Para encontrar una forma diferente de afrontar la incertidumbre es necesario parar y mirar. La tormenta eléctrica en la mente proviene del pasado que es vivido desde la sensación de lo que se perdió y el futuro desde la imagen de lo que se perderá. Son dos fantasías que solo existen en la mente de José.
¿Parar y mirar qué?
“El momento presente está lleno de alegría y felicidad. Si estás atento, lo verás”, Thich Nhat Han / Foto Unsplash
La respuesta es simple: El momento presente. Aquí están los recursos. Esto significa abrir el campo de las posibilidades. Lo posible no está fuera de José, en realidad solo él tiene el poder de expandir su campo de posibilidades. Es necesario conectar con el presente y generar un espacio de calma. Para esto tenemos un recurso automático instalado en nuestro sistema nervioso: la respiración. Una actividad vital e inconsciente que se convierte en la oportunidad de parar y mirar: cuando respiramos conscientemente permitimos que la mente se una con el cuerpo, y regresemos a casa: al momento presente.
Mientras paramos y miramos entramos en el campo de las posibilidades recorriendo tres momentos:
explorar, reconocer y
soltar. Esto es, descubrir los pensamientos, las emociones y sensaciones en las que estamos habitando, aceptarlos tal cual son y reconocer que son producto de nuestro cuerpo y nuestra mente. Al observarlos como distintos podemos entender que no dependemos de ellos y podemos soltarlos. Esto último, soltar, se convierte en la puerta para la acción creativa y liberadora. Al final, solo tres cosas importan: qué bien hemos vivido, qué bien hemos amado, qué bien hemos aprendido a soltar (Jack Kornfield).
Este ejercicio de hacer contacto con la conciencia de estar vivo y de atesorar la chispa del existir tiene un importante impacto en el cuerpo y en la mente. José logró calmar la tormenta y abrió el campo de lo posible en su vida. El sigue “surfeando las olas de lo incierto”, pero habitando en el campo de las posibilidades.
Oscar Giménez es profesor de Mindfulness, Master Coach, experto en Desarrollo Organizacional. Director en H-Connection.
Conoce mas de Oscar Giménez en Instagram oskar_coach