Apasionado por el mundo de las finanzas desde temprana edad, ha trazado su carrera en torno al área ejecutiva. Ingresó en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), culminando su maestría en Finanzas. Posteriormente se dedicó a la docencia. Más adelante, fue designado director académico y, a la par, se desempeña como vicepresidente ejecutivo de la institución Es Ingeniero de Materiales, egresado de la Universidad Simón Bolívar e hizo un doctorado en negocios en la Universidad de Connecticut. Desde siempre ha sentido especial interés y conexión con el mundo ejecutivo. Escuchó hablar del IESA por primera vez cuando estaba por finalizar sus estudios superiores en su alma mater, sin saber que toda su vida daría un gran giro, y terminaría formando parte de la institución; creando diferentes experiencias, construyendo su conocimiento e impactando positivamente en la vida académica de otras personas, dentro del lugar que fue cuna de su carrera y de su gran pasión.
¿Por qué eligió este mundo?— Desde adolescente sabía que quería ser ejecutivo. Lo que puede entender un muchacho de 15 o 16 años de lo que significa eso -o sea, nada-. Yo no venía de una tradición de empleados corporativos, pero por alguna razón, me llamaba la atención. Reconozco que no tenía idea de cómo se arrancaba una carrera en ese sentido. Cuando estaba finalizando la universidad, el esposo de una compañera mencionó al IESA alguna vez y eso me dio una referencia. Al año de haber terminado mi carrera, conseguí una beca Mariscal de Ayacucho para estudiar en el IESA, y el resto, es historia.
Me motiva la curiosidad. Toda la vida he sido estudioso, porque me gusta saber cómo funcionan las cosas, particularmente, en el mundo de las finanzas. A su vez, siempre me gustó escribir. Aunque probablemente hubiera tenido algún talento para hilvanar historias orientadas hacia la literatura, lo que he escrito son textos técnicos. Tengo una columna en la revista del Instituto desde hace 7 u 8 años, en la cual hago énfasis en temas financieros de actualidad, tratando de exponerlos de una manera que el común de los lectores pueda entender. Si tengo alguna cualidad en la vida es que soy muy didáctico, por naturaleza, y eso me ha hecho ser un docente relativamente exitoso.
¿Cómo ha vivido las diferentes etapas mencionadas dentro del Instituto? ¿Qué ha identificado y percibido del IESA con el paso del tiempo, viviendo contextos y experiencias tan distintas en sus instalaciones?— Yo egresé del IESA en 1984, teniendo 24 años. He estado conectado a la institución y al tema educativo siempre. Creo que hoy en día, -en la educación- hay cosas que muchas veces no son valoradas. Por ejemplo, la calidad de la información. Bien sea bajo el formato de los textos clásicos de enseñanza, o la cantidad de recursos disponibles -que hace cuarenta años estaban más que en pañales-. También existe una visión romántica del asunto, planteando el pensamiento de que la educación ahora, en algún sentido, es inferior. Yo no creo que eso sea así. Por el contrario, existe una gran variedad de herramientas en la actualidad, que permiten que la gente pueda potenciar muchísimo lo que quiera aprender.
Estamos viviendo un momento histórico, en el cual, la educación tal como la conocemos está siendo cuestionada. Se percibe una urgencia que exige que la educación formal sea más breve y aplicada. Las personas sienten que el tiempo que están en la universidad tiene un costo de oportunidad muy alto. Por consiguiente, se aprecia un fenómeno que en las generaciones previas se veía menos: cuando los jóvenes entran a la universidad, quisieran tener la posibilidad de hacer la vida académica compatible con otra cosa que les empiece a resolver profesionalmente.
Esto tiene aspectos positivos. Por ejemplo, Venezuela es un país que, en términos de diseño curricular, fue muy rígido siempre. Llevándolo al punto en el que, si tú estudiabas Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela y te ibas a la Universidad Católica Andrés Bello, probablemente tenías que empezar de nuevo. Hoy en día, estamos empezando a pensar que se debe permitir que los estudiantes migren con sus conocimientos y certificados de un sitio a otro, con el menor trauma posible.
La educación se está reinventando y los procesos de reinvención son revoluciones, en las que uno ve y escucha cosas muy altisonantes. Por ejemplo, hay una cantidad de actores -como los influencers- que pretenden llenar nichos educativos y yo pienso que eso es un problema, porque se manejan temas con mucha superficialidad, lo que resulta ser algo peligroso.
Uno de los inconvenientes para quien está incursionando en estas cosas, es que distinguir la forma del fondo no es sencillo, sobre todo cuando eres muy joven o no tienes mayor información previa. Si tú me pidieras que titulara esta entrevista, te diría que la educación está en revolución.
El mundo es pendular. Cuando yo tomé el MBA (en los años 80), era un programa generalista. La idea de fondo se fundamentaba en que los pregrados no ayudaban del todo para poder ocupar cargos gerenciales. Tenía como propósito integrar conocimientos para que, en un plazo relativamente corto, quien lo tomara, pudiera apuntar a estos puestos y desempeñarse en ellos. Yo creo que el diagnóstico de ese momento era razonable. Efectivamente, nosotros salíamos de los programas de maestrías en negocios -no solamente en el IESA, sino en general- e íbamos a las organizaciones y podíamos escalar con mayor facilidad.
En la actualidad, vuelve a haber la necesidad de un generalista que entienda la diversidad de cosas que están pasando simultáneamente. A lo mejor, tu rol en una organización es ayudar a que el mundo en el que te desenvuelves profesionalmente pueda asimilar esos cambios. Esto pasa en cualquier área dentro de las empresas.
En cuanto al IESA, hay ciertos tópicos y áreas temáticas en las que tenemos maestrías especializadas, que probablemente vamos a recoger y las vamos a reincorporar al pensum del MBA. Hace cuarenta años, al cursarlo, se tomaban concentraciones. Con el tiempo, algunas desaparecieron y se transformaron en maestrías especializadas. Ahora debemos recoger algunas maestrías especializadas y volver a sacar concentraciones.
Otra gran diferencia que he percibido es que, en el pasado, cuando alguien estudiaba una maestría, la gran mayoría de las personas consideraba que esa sería la última vez que iba a estudiar formalmente. Hoy en día, la gente entiende que el conocimiento perece tan rápido, que deben revisitar la escuela cada tanto tiempo, para actualizar cosas.
Existen nuevos panoramas planteados por diversos motivos, ya sean los procesos migratorios, u otros, que han ocasionado grandes vacíos en cuanto a generaciones completas (faltantes en las posiciones que pudiesen estar ocupando). Esto ha traído como consecuencia que la gente trabaje durante más años. A su vez, esto va a implicar un reentrenamiento en el futuro. La idea estereotipada del retiro a los sesenta años, sería un plan de vida cada vez menos posible, porque la gente deberá permanecer activa laboralmente para mantenerse. Asimismo, aquellos que en la actualidad rondan los sesenta años, tendrán la oportunidad de ser centenarios y eso involucra demandas económicas que la generación anterior no tuvo.
No es la misma vida de hace cuarenta años y eso influye en el cambio de modelos, e incluso, de proyectos personales. Todos los planes de vida van a estar acompañados, en algún sentido, por modelos de educación alternativos.
Para usted, en el contexto actual de la educación en el país, ¿qué valor representa la existencia de un Instituto como el IESA?— Definitivamente el país está cambiando de modelo y la educación tiene que apoyar la creación e implantación del mismo -cualquiera que este sea-. El ámbito educativo tendrá que adaptarse a realidades muy concretas; como, por ejemplo, la migración de varios millones de personas.
Este es un tema que yo considero que no se ha terminado de analizar en todas sus dimensiones. En un principio se ha tratado -a mi manera de ver- con cierto grado de amarillismo, enfocándose en quién se fue, la nostalgia, etc.; pero también es necesario preguntarse: si este número de personas ya no está, ¿cómo se va a llenar ese vacío? Se debe encontrar la respuesta en todos los órdenes de la vida. La gente falta y dejan ese hueco en el ámbito en el que funcionaba. Entonces la educación actual va a tener que responder precisamente a este tipo de situaciones.
Desde que me han tocado los cargos directivos, he tratado de acuñar una palabra en relación al IESA: pertinencia. Creo que el rol del IESA es ser pertinente en la educación gerencial, que es su misión. Esto pasa por identificar nuevas tendencias, y por tratar de ayudar a consolidar aquellas que tienen algún mérito. Estamos para, modestamente, tratar de contribuir a que ese proceso de adaptación del conocimiento se dé de la manera más eficiente.
Hablando del tema de educación a lo largo de la vida, la aspiración es expandir la relación con nuestros egresados. Es decir, que ellos nos vean como un referente para ir y volver cada cierto tiempo, para refrescar lo que sea necesario. Esto nos invita a habilitar una oferta que también incorpore de manera sistemática a los que ya egresaron. Hay que aprender a vivir con la idea de revisitar la casa de estudios.
Esto no debe ser visto como una labor infinita y neurótica en la que nunca se termina de conocer un tema o área en profundidad, sino que se trata de entender que, así como la gente va al médico para chequearse y hacer algún tipo de adaptaciones para tener una mejor salud, también se tiene que tomar la educación como un proceso de revisión permanente.
¿Qué elementos pudiera mencionar si conversamos sobre el crecimiento del IESA con el paso del tiempo? (Recordando que fue inaugurado en 1965).— Creo que una de las cosas para que una organización como el IESA sobreviva es que, además de tener contenido para cumplir una misión, existe una dimensión financiera que es muy importante. Nuestro reto siempre ha sido -y siempre va a ser- tratar de conseguir la manera de obtener los recursos para hacer que la organización sea viable en el tiempo.
En un principio esto se hizo, en buena medida, con la docencia de investigación. Sin embargo, creo que el próximo IESA va a ser, de alguna forma, empresario. Es decir, va a identificar, junto con algunos socios potenciales y aliados, modelos de negocios que le permitan ayudar a apuntalar sus finanzas. Lo deseable -y seguramente será así- es que sean modelos de negocios compatibles con la misión. Nosotros pudiéramos hacer cosas en el mundo educativo, o incluso en áreas temáticas muy distintas, en la medida en que de esas aventuras económicas saquemos no solamente dinero, sino también algún tipo de aprendizaje organizacional.
¿Puede hablarnos sobre el Programa Avanzado de Gerencia (PAG) Global Online?
— Este programa está orientado a la organización, gerencia y estrategia; comprendiendo los retos del mercado, los cambios tecnológicos, las expectativas de los clientes y las variaciones en las dinámicas empresariales en entornos complejos.
Inició en 1983, lo conozco desde “su infancia”, porque cuando ingresó la primera cohorte, yo estaba haciendo la maestría. Le he hecho un seguimiento continuo. Toda la vida he dado clases ahí y vi cómo se formó.
El PAG responde a una necesidad muy específica. Parte de la comprensión y el entendimiento de que las personas pueden requerir apuntalar sus conocimientos gerenciales, incluso después de haber transitado y recorrido una larga trayectoria laboral en sus áreas, y en estos casos, a lo mejor, no cuentan con el tiempo para frenar y retomar los estudios. Entonces, cuando parar no es una opción, está el PAG.
También hay casos de trayectorias profesionales que requieren de la realización de cosas muy técnicas y, de la noche a la mañana, la persona pasa a ser gerente porque así lo quiso la vida. También para estas situaciones, existe el PAG, el cual está diseñado para ayudar a nivelar los posibles vacíos que tengan.
El programa se ha ido adaptando a los nuevos planteamientos del tiempo. El currículum se ha amoldado a los cambios en la tecnología y a los énfasis relativos que tiene en materias. Hay momentos en que surgen temas que se vuelven muy importantes, pero que más adelante pierden relevancia y salen del listado de materias que incluye, y así sucesivamente. El último diseño del PAG coincide con la pandemia en el año 2020, que es lo que nosotros llamamos el PAG Internacional, porque una parte importante de los estudiantes no son del circuito venezolano. Y me imagino que a la vuelta de la esquina va a haber otro cambio -agregó-.
¿Qué considera que le ofrece el IESA a nuestro país en sus condiciones actuales?
Yo diría que nosotros siempre ofrecemos la posibilidad de ayudar en la transición. Las transiciones requieren pensamiento sistemático, adaptación de conocimientos, lugares de encuentro, y eso es lo que aquí brindamos como institución.
¿Qué mensaje le daría a los jóvenes y a los profesionales con respecto a la importancia de la educación?
No quisiera caer en lugares comunes, pero sí creo que la gente tiene que pensar que la vida es una aventura y uno necesita una caja de herramientas llena; y la educación es aquello que permite llenar esa caja.
Epígrafes:
- “Me motiva la curiosidad. Toda la vida he sido estudioso, porque me gusta saber cómo funcionan las cosas, particularmente, en el mundo de las finanzas”.
- “La educación es un proceso de revisión permanente”.
- “La vida es una aventura y uno necesita una caja de herramientas llena; y la educación es aquello que permite llenar esa caja”.