Arquitecto por un buen rato o hasta que la Venezuela de antier le permitió ejercer con holgura la profesión, pero como todo guerrero de este siglo 21, debía activar un plan B. Aun cuando la cocina no era su fuerte, en el complemento de la decoración podía sacar su mejor cara.
Es
Gracia Hajjat, una mujer de temple que a los 25 preparó su primer ponqué casero con la receta de su madre. Ama el arte y la decoración mezclada con azúcar, harina y un poco de otros ingredientes para moldear y dar forma a la fantasía.
Con esa combinación de ingredientes y de creatividad tiene la capacidad de recrear el sueño de cualquiera para el motivo que sea; cumpleaños, bautizo, despedida de soltera/o, matrimonio, graduación o simplemente para estar feliz, porque la magia de sus manos tiene el poder de despertar todos los sentidos.
Gres, como es conocida dulcemente, nunca hizo curso alguno, su mentor pudo haber sido tanto Google como YouTube, o la perseverancia y el ensayo, sumándose a este cuarteto de mentores el amor y la pasión por crear maravillas.
Una ruleta, un mundo de sabor
Pero como no todo es dulce y color rosa, el carácter y la mano dura entran en acción cuando enciende la función de mezclar en su batidora; esto quiere decir que nadie puede estar a menos de dos metros de distancia de su lugar de trabajo, porque de lo contrario comienzan a volar utensilios de cocina que hacen las veces de guardia de honor o guardaespaldas del más honrosamente célebre militar de alto rango.
Tal cual tigresa cuida a sus cachorros; así es Gres con sus proyectos de obras, y mientras tiene en su mente y en su pantalla la figura y el arte por crear, tiene en sus oídos alguna melodía para cantar y alentarse en el proceso.
Sus ingredientes evidentemente tienen que ser los más frescos y los de mejor calidad y los sabores de sus diseños los hace según el gusto del cliente; esto puede ser vainilla, chocolate, marmoleada, oreo, nutella, combinados con rellenos de nueces, almendras, arequipe, chispas de chocolate, etc.
Impresionantes creaciones
“Nunca terminas de aprender. Tener un plan B, C o D implicaba trabajar en algo que me apasionara y la cocina no era mi pasión, pero sí la decoración. Entonces, después de hacer miles de maquetas como arquitecto, decorar una torta obviamente tiene otras técnicas, pero no ha de ser tan difícil, pensé; decoración al fin”.
Gres comparte anécdotas inolvidables relacionadas con sus clientes y sus obras de arte, como por ejemplo una torta de un delivery de pizza, que parecía tan real, que el niño que la recibía insistía en abrir la caja pensando encontrar la pizza dentro. Otra graciosa historia ocurrió cuando en una fiesta entregó una torta que tenía la forma de una olla de peltre y que un desprevenido invitado estaba a punto de tomarla por sus asas, creyendo que se trataba de una olla de verdad que alguien había dejado olvidada sobre la mesa.
Decorar tortas es mi pasión
Este oficio le ha dejado innumerables recuerdos gratos, amigos inseparables y clientes que siente como parte de su vida, porque ha resultado un estilo de vida que disfruta y que bendice cada día, agradeciéndole a Dios por la creatividad y la oportunidad de hacer feliz a otros. Gres asegura que en cada momento envía bendiciones a quien genera empleos, directa o indirectamente, porque quien lo hace se convierte en el motor productivo del país.
Ver sus tortas artísticas ya resultan un alimento para el alma por lo majestuoso de sus técnicas y el detalle de cada figura. Su sabor fue el motor por el que muchos de sus familiares le motivaron a que hiciera de ese don un negocio, que luego quiso complementar con la decoración que se le da con mucha fluidez.
Su cuenta en Instagram muestra la perfección de la arquitectura hecha torta, por lo que quien la conoce ya sabe de su pasión y dedicación, y el que no, tiene la oportunidad de contactarla por
@tortasgres.
En sus redes sociales se disfrutan visualmente el arte y el modelado que ofrece su creatividad, pero es necesario hacer la advertencia de los segundos de divina confusión que generan sus obras, tal cual las anécdotas de la caja de pizza y la olla de peltre: una imperdible y divertida dulce realidad.
Segundos de divina confusión