Difíciles momentos para el deporte en general y para el tenis en particular, una disciplina que se ha arraigado en la gente gracias a su dinámica y competitividad, y en los últimos tiempos, debido a la impresionante exposición en los más variados medios comunicacionales de avanzada.

¿Podrá el tenis resurgir después de la pandemia, esa virulenta enfermedad que dejó al margen nada menos que a Wimbledon, el torneo que ejemplifica el fino sentido de la rivalidad en la cancha, la caballerosidad y la estricta rigurosidad de un deporte capaz de concitar glamour a la par de pasión?

El propio Rafael Nadal, número dos del escalafón mundial, lo pone en duda al asegurar que ve perdido todo el año. “No creo que vuelva a las canchas en este 2020, desgraciadamente. Ahora mismo ya firmo que se dispute el Open de Australia de 2021, es lo que me preocupa en estos momentos”, señala el mallorquín.


Un Wimbledon sin espectadores.    

“Nadie podía esperarse esto, nos ha superado a todos. Considero que ha habido un error por parte de los dirigentes porque debían haber tenido acceso a la información que vaticinaba algo así, para poder tomar medidas preventivas. Creo que todos debemos reconocer nuestros errores porque nos humaniza”, criticó en una nota que publicó el diario El País.


Luz al final del túnel

Sin embargo, pareciera abrirse un pequeño resquicio en estos momentos de incertidumbre, una luz al final del túnel y es que Alemania celebró un torneo de exhibición con ocho jugadores y unas medidas de seguridad extremas aprobadas desde hace semanas.

Uno de los protagonistas en esta aventura fue el irreverente Dustin Brown, quien al verse involucrado en esta especie de cruzada, explicó al portal Tennis.com, cómo vivió desde dentro este evento que nació con la idea de ser el primero de muchos que vendrán de ahora en adelante.

“Hace un par de semanas no había ninguna posibilidad de regresar a las canchas a corto plazo, fue un momento muy difícil, se hacía complicado motivarse al no saber cuándo sería la fecha que nos permitiera volver a jugar”, destacó el veterano de 35 años, uno de esos perfiles en peligro de extinción al verse apartado del circuito debido al coronavirus.

El proyecto tuvo como epicentro el Club de Tenis Höhr-grenzhausen, en Alemania. Sin público, con los jugadores manejando sus propias toallas, sin jueces de línea pero sí con juez de silla, además de bebidas y refrigerios empacados. ¿Y los participantes? Los ocho tenistas fueron puestos en cuarentena de dos semanas y autorizados posteriormente por sus médicos personales para no caer en riesgos innecesarios.


Benjamín Hassan de los primeros en usar la mascarilla.   

“Es diferente jugar de esta forma, sin aficionados alrededor, pero al final del día creo que todos los muchachos estuvimos más felices de volver a pisar la cancha y de volver a competir”, resumió Brown, actualmente 239 de la clasificación mundial. “En mi caso me siento bastante bien, saqué bien, veo que todo sigue ahí. Obviamente, para volver a la gira se necesita de mucho más trabajo para que el cuerpo esté listo y pueda competir en partidos más largos. Pero claro, de momento seguimos sin saber cuándo llegará ese momento”, valora el tenista que puede presumir de tener dos victorias ante el mismísimo Rafael Nadal tras dos enfrentamientos.


Tenis a nivel de clubes

Aquí en Venezuela el tenis no ve el momento para resurgir del oscurantismo. Se estima que se irá abriendo paso en la medida que los parámetros de la cuarentena se vayan flexibilizando, primero a nivel de clubes y luego en torneos formales.

Específicamente en el Izcaragua Country Club las canchas irán cobrando vida paulatinamente, con rivales debidamente autorizados tras las evaluaciones de rigor. Todo irá fluyendo según el comportamiento del virus en el país.

Lo importante, como asegura el alemán Dustin Brown, es pisar la cancha y demostrar que el talento y las ganas de jugar se mantienen intactas, el resto? Ya se verá con el correr de las próximas semanas.