La intolerancia pareciera ser parte de la historia humana. Nos inventamos diferencias que traban la convivencia social, mediante un menú variado de prejuicios que incluyen el machismo, la xenofobia, la homofobia, el extremismo religioso, la gordofobia, además de otras formas de discriminación que reciben menos atención y se vuelven casi invisibles como por ejemplo, la glotofobia, un sesgo absurdo del que recién me entero, que lleva a juzgar a las personas a partir de la variedad lingüística.
La Segregación Racial
Del repertorio que recoge las discriminaciones, el racismo ocupa, desde luego, un lugar muy destacado. Se trata de una de las más poderosas prácticas de humillación. A pesar de los esfuerzos por reducir sus efectos, sobrevive permeando las relaciones sociales, considerando inferior a quien lleva ciertos rasgos, asumiendo sobre todo, que el color de su piel lo ubica en el escalón más bajo de la genética humana. En síntesis, la segregación sería entonces, obra de la biología, no del entorno social.
No es cosa de entrar en detalles, pero luce conveniente referir que la investigación científica ha establecido que seres humanos que habitan en la Tierra, proceden de los mismos ancestros. El inicio de la especie es el mismo y carecen de relevancia la altura, el color de la piel o los caracteres fisionómicos. Los investigadores desestiman así pues, procedencias distintas y establecen un tronco común conforme lo indica la denominada “genética de las poblaciones”, una disciplina que ha identificado la existencia de una cepa original y el tiempo en que, a partir de ella, se han ido produciendo las mutaciones.
Sin embargo, pareciera que esta evidencia científica logra impedir que establezcamos distinciones carentes de fundamento que nos alejan y oponen a unos con otros.
Como bien dijo Nelson Mandela, “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel. La gente aprende a odiar , también se le puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que lo contrario”.
La selección inglesa reunida con Mandela en la casa presidencial
El racismo es un hecho global, agravado por las crecientes migraciones, originadas por las múltiples crisis que sufre el planeta y que obligan a un gran número de personas a abandonar sus lugares de origen e intentar iniciar una nueva vida en otros sitios que son culturalmente disímiles y en los que el racismo se les manifiesta a través de la exclusión y la sumisión.
INFOBAE , GRUPO DE MIGRANTES INTENTANDO PASAR DE UN PAIS A OTRO EN ZONAS FRONTERIZAS
Hay obviamente plena conciencia del problema esbozado arriba. Diversas organizaciones internacionales y nacionales han tomado un conjunto de iniciativas que asumen el racismo como una cuestión fundamental de respeto de los derechos humanos, pero en general se han quedado cortas en lo que se refiere a su impacto.
Dicho lo anterior cabe indicar que también el deporte se encuentra infiltrado por el racismo. Con diversos grados de intensidad existe en todas sus disciplinas, no tengo en la mente ninguna que no incurra en el menosprecio del atleta en función del color de la piel y pese a que las circunstancias ciertamente hayan mejorado, el no ser blanco, aún equivale a una desventaja, por decir lo menos.
ref Mundo Deportivo
El fútbol es en este aspecto el caso que más sobresale, dada su trascendencia como fenómeno social. En efecto casi no hay un rincón del planeta en donde no se practique y es, por otro lado, un espectáculo de enormes dimensiones, como lo muestra el hecho de que el reciente Campeonato Mundial celebrado en Qatar, fue visto por dos tercios de la población mundial (estimada en casi ocho mil millones de personas), siendo mujeres por cierto, casi la mitad de los espectadores. Es, por otro lado, el deporte mejor organizado, con ramificaciones institucionales que lo gobiernan a lo largo y ancho del planeta, convirtiéndolo de lejos, en el deporte más importante desde el punto de vista económico.
¿Fútbol multiétnico y racismo?
Vivimos en un mundo globalizado y el futbol se vuelve cada vez más difícil de descifrar exclusivamente en clave nacional. El último campeonato mundial es, entre otras cuantas, una buena muestra de ello, dada la presencia de selecciones armadas en torno a jugadores de diferentes razas y culturas y que en no pocos casos nacieron (se habla de 137 futbolistas) en un país distinto al que representaban.
Por otro lado, la mayor parte de los 32 equipos asistentes se integraron primordialmente a partir de futbolistas nacionalizados, siendo las excepciones Argentina, Brasil, Corea del Sur y Arabia Saudí. Las selecciones que se integraron con más jugadores extranjeros fueron Marruecos, Túnez, Senegal, Qatar, Gales, Australia y Camerún, mientras que Francia, con 36 deportistas distribuidos en equipos de África, Asia y Europa, fue el país que exportó más.
Selección Mundialista de Qatar, 2022 Cancha
En el mismo sentido hay que llamar la atención sobre el hecho de que cerca de la mitad de los futbolistas que representaron a las cinco selecciones africanas en Qatar, nacieron en Europa.
El caso de la selección francesa es particularmente llamativo porque en los dos últimos mundiales conformaron la selección con una amplia mayoría de futbolistas de origen africano, provocando en ciertos sectores de la sociedad el reclamo protestando, indignados porque quienes los representaban en la cancha “no son franceses, son negros”.
UEFA.com Francia en Qatar 2022.
En fin, queda a la vista que contra viento y marea, aumenta la integración multi étnica y multinacional de equipos, hecho que se está replicando en las ligas de un gran número de países, particularmente, aunque no exclusivamente, en Europa.
Ante todo esto, qué diría el futbolista y filósofo franco argelino, Albert Camus, quien a mediados del siglo pasado definió que La Patria es la Selección Nacional de Futbol. Qué pensaría, me pregunto, si observara como hoy en día el territorio y la identidad ya no se encuentran tan claramente delimitados y que el esquema nacional, según el que ha ido desenvolviéndose el fútbol, ha experimentado algunas transformaciones derivadas de los procesos de globalización y del hecho de que la figura del Estado Nación esté siendo replanteada y redefinida en varios aspectos, no sólo en las maneras como se organiza y funciona, sino igualmente como referencia emblemática del patriotismo. No se olvide, además, que en paralelo, los fanáticos son cada vez más transnacionales y los clubes cuentan con seguidores cada vez en más partes.
Ref. Lovin London
En estos tiempos la Patria ya no es lo que era, cierto, como también lo es que se oxigena cada cuatro años, mediante el futbol. Sin embargo, lo hace de otra manera, pues la bandera nacional que envuelve a los equipos es sostenida por jugadores de diversas razas, culturas, religiones, que coexisten bajo una misma bandera. Estamos, pues, frente a una de las paradojas de la “globalonización del planeta”.
Vinícius Júnior
Su acta de nacimiento indica que se llama Vinícius José Paixão de Oliveira Júnior, conocido en la cancha como Vinicius Jr. Es brasileño, cuenta con apenas 22 años, ya está incluido en la lista de los mejores jugadores del planeta y hay quienes lo perfilan con posibilidades de entrar en el cuadro de los mejores de la historia. Fue fichado por el Real Madrid por una buena cantidad de millones de dólares y actualmente se cotiza quién sabe en cuantos más.
Hace pocos días le tocó ser la figura central de un episodio que viene hablando muy mal del fútbol desde hace unas cuantas décadas . Fue protagonista de un hecho que, literalmente hablando, le dio la vuelta al mundo y todos estamos enterados. Diré tan sólo que fue víctima de una agresión racial, que comenzó desde cuando se bajaba del autobús que llevaba el equipo merengue al Estadio de Mestalla, sede del Valencia F.C y continuó con más intensidad desde las tribunas, en el transcurso del partido.
Las cámaras captaron el jugador llorando en una mezcla de rabia, tristeza e indignación. El mismo contó que en “En cada partido fuera de casa hay una sorpresa desagradable. Deseos de muerte, muñeco ahorcado, muchos gritos criminales”.
Vinicius Jr, lleva consigo como tatuaje, una frase “Mientras que el color de piel sea más importante que el brillo de los ojos, habrá guerra” pronunciada por Bob Marley, famoso cantante jamaiquino, muy aficionado al fútbol, por cierto. Fue un mulato, hijo de un capitán de la marina con ascendencia inglesa, y de una escritora jamaiquina y como tal padeció la discriminación desde pequeño, tanto por personas de tez blanca como de tez negra.
Ref Tycsports.com
La Tierra Patria
El incidente ha repercutido fuera de España, las redes sociales se han encargado de divulgarlo más allá de sus fronteras. El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos condenó (no siendo esta la primera vez que lo hace, por cierto), los insultos recibidos por Vinicius Jr y solicitó a los organizadores de competencias deportivas que pongan en marcha "estrategias para evitar el racismo en el deporte".
Unos cuantos organismos españoles condenaron lo sucedido (tampoco es la primera vez), mediante discursos y el anuncio de campañas publicitarias, al igual que solicitando el refuerzo de las normas necesarias para impedir y castigar el racismo en los diversos ámbitos del balompié.
Sin embargo, no son raras las voces que han mostrado su frustración. La segregación racial sigue manchando el futbol en todos lados, al punto de que algunos (¿pesimistas?) perciben la amenaza de que se vaya a “normalizar”. El asunto radica en que el balompié no se asume como un hecho multiétnico.
El futbol no es un espejo que refleja la sociedad, sino que es parte de ella y como tal muestra muchas de sus peores cosas, así como de las mejores, claro. Al parecer los humanos no terminamos de entender cabalmente que somos una sola raza. Vivimos en la Tierra Patria, como diría el Filósofo Edgar Morin, lo que supone, agrega, la conciencia del destino, la identidad y el origen común de toda la humanidad, lo que lejos de anular las patrias singulares, las integraría en una gran patria común, que se ocuparía de salvaguardar indisolublemente la unidad de diversidad humana.