Dentro del mundo de las matemáticas existe una teoría que explica cómo ciertos sistemas son tan sensibles a las perturbaciones que se vuelve imposible saber qué va a pasar con ellos. La incertidumbre y la falta de predicción la hizo llamarse la “teoría del caos”. Pueden imaginarse entonces un sistema tan sensible en un panorama tan convulsionado como el que hoy día conocemos. Yo conocí uno de esos sistemas: se llama “Promoción 93”, difícil de pronosticar.
Noventa y tres, representan una reacción tan efervescente que precisaron neutralizantes que evitaran su acelerado consumo, ayudándolos a alcanzar el equilibrio. Se mostraron como ese motín anárquico que tenía una respuesta a la mano siempre; sin embargo, es una obligación de humanos hallar los motivos justos por los cuáles rebelarse. Hoy, eres el ave Fénix, que en las cenizas de tanto desconcierto emerge para alzar vuelo, espero que te conduzcas siempre claro en tu destino. Gracias por haber dejado un camino de aprendizaje en quienes los formaron, porque dentro del aula siempre aprenden ambos, profesor y estudiante.
Una cruda verdad se hizo presente en nuestras realidades para detener el ritmo desbordado y avasallante que los caracteriza, para decir a todo pulmón “aguarda”. La ansiedad de no saber, la necesidad de respuestas inmediatas, y las constantes exigencias para con el mundo fueron derogadas sin premeditarlo, para hacerles ver que la premura y el tiempo juegan en contra de todos, pero es de sabios replantearse las verdaderas prioridades. Es importante recordar que queriéndolo o no, eres un constructor del futuro, así que cuestiónate: ¿qué futuro quiero?... San Ignacio preguntaba: “¿De qué sirve ganar el mundo, si al final pierdes el alma?”
Ahijados, está permitido equivocarse, elegir los caminos incorrectos y de allí aprender. Tienes oportunidad de caerte y levantarte por la sola satisfacción de lograr el éxito a punta de desaciertos. Permítete intentarlo una, y otra, y otra vez hasta alcanzar lo que quieres, porque no siempre serás el vencedor, pero nunca debes ser el que no lo intentó; ganar solo es un privilegio del que siempre lucha. Existen batallas que se ganan y hay otras que enseñan, debes aprender a disfrutar de las dos, desde la humildad y el agradecimiento. Aquel que se levanta en las condiciones más adversas sabe degustar mejor de la sensación del éxito y los constantes cambios deben aprovecharse siempre a nuestro favor.
Deseando que el universo ilumine sus decisiones siempre…
Mónica Bermúdez