Desde que entré al colegio, lo único que escuchaba era el partido IV vs V. No tenía idea, y me causaba intriga por qué ese partido tenía tanta importancia. Día tras día, hablando con cada compañero, fui entendiendo y sintiendo emoción por ese partido tan importante para cada uno dentro de la promoción. Después de tanto esperar para sentir esa pasión y sentimiento, los días se acercaban y nunca me había sentido igual. A pesar de haber jugado muchos partidos de un nivel muy competitivo y de mucha importancia, representando al país, este se sentía muy diferente, con muchas emociones encontradas.
Llegó el día tan esperado: 11 de enero 2020. Levantarse temprano para reunirte con cada uno de tus compañeros y empezar a sentir tantas cosas; cantar, bailar, brincar y al mismo tiempo pensar en el partido, muchas sensaciones se mezclaban y entonces ya entendía por completo todo lo que me habían contado. Al pasar las horas, y entrar con mis hermanos y hermanas de vida, juntos todos de la mano, mi mente se nubló y solo pensaba en el momento. Lo sentía y lo vivía como nunca lo había hecho. Escuchaba esos cantos que nos alentaban y motivaban a jugar y tener esa ambición por ganar.
Cuando hicimos el primer gol, sentí una inyección de emoción y alegría únicas. Celebrar junto a tantas personas queridas y ver que todos sentíamos lo mismo me dejó asombrado y sin palabras; lo mismo pero dos veces más fuerte en el segundo gol. Cuando el árbitro sonó el silbato tres veces, me di cuenta de que habíamos ganado, y todos corríamos con tanta felicidad. Sin duda alguna el 11 de enero de 2020 será para mí un día recordado por el resto de mi vida. Gracias promoción 93, la doble copa es nuestra.