Todo comenzó con una niña pequeña diciéndole a su mamá que quería jugar voleibol, una niña que solo se imaginaba esto como un deporte cualquiera. Poco a poco, esa niña fue creciendo y madurando y se fue dando cuenta de lo que el voleibol significa de verdad. Hace 10 años comencé a jugar voleibol y no me canso de hacerlo, ni nunca lo haré; es más que un ejercicio físico o un hobby, es una pasión, es algo que hace que yo sea feliz, que me ayuda a desahogarme, a ser mejor.
El voleibol es un deporte en el que vas mejorando poco a poco, y cuando te das cuenta y miras para atrás, ves lo mucho que has cambiado, como jugadora y como persona. Nos inculcan disciplina, trabajo y pasión desde la primera práctica. Con el voleibol me he dado cuenta de cosas que hago que nunca me imaginé que podría, cosas que la gente piensa que son difíciles, como lo es lanzarte para salvar la pelota sin importar que te salgan morados o raspones. Son esas cosas que el primer día te dan miedo, pero que después se vuelven una costumbre.
Sin duda el voleibol es una de las partes más importantes de mi vida, es algo que me inspira a ser mejor persona, que hace que no me dé fastidio levantarme temprano cada sábado y domingo para ir a jugar partidos, que me ha enseñado el verdadero valor de la amistad y lo mucho que significa ser un equipo. Es inexplicable mi felicidad cada vez que estoy jugando. Gracias a esto soy la persona que soy.