Comunicación entre obra y ser
Sus aptitudes para la creación se manifestaron desde muy pequeña. En búsqueda de descubrir sus talentos, ingresó a una escuela de pintura en la que se mantuvo por 15 años y fue ahí donde logró darle forma a la vena artística que tenía en desarrollo. Sedienta por experimentar nuevas corrientes creativas, dejó por un momento el óleo sobre lienzo y se enamoró de la carpintería.
La libertad que sentía en el taller le resultó estimulante: “En la carpintería podía crear. Diseñaba muebles diferentes cada vez, donde la funcionalidad y la estética iban agarradas de la mano”.
En su taller, hacía muebles para muñecas y, a su vez, buscaba crear su propio lenguaje en el mundo del arte. La versatilidad de la madera y la pasión que sentía por sus creaciones se unieron para fortificar su proceso como artista.
“La transición de muebles de madera a esculturas de madera se la atribuyo a esa vocación artística que ha estado presente en mí desde siempre y al afán de seguir creando mi propio lenguaje en el mundo del arte”, explica.
Buscando su propia identidad, estudió profundamente a grandes maestros del arte contemporáneo: “Mi obra pictórica siempre ha sido figurativa, pero no me sentía del todo satisfecha como artista, sabía que había otra manera, que desconocía por años, de transmitir lo que sentía. Esta búsqueda tuvo su conexión cuando estudié a fondo la obra de Vasili Kandinski, Richard Serra y Donald Judd, artistas que admiro por su trabajo abstracto minimalista y a la vez monumental”.
Descubriendo su talento para el arte tridimensional, decidió orientar su formación hasta conseguir las herramientas que necesitaba para dar su mensaje hasta ser independiente: “Estoy siempre formándome para dominar las técnicas de producción. Mis esculturas no son hechas en talleres especializados. Mis esculturas las fabrico yo en mi estudio”, asegura.
Amor por el acero
Enamorada de las esculturas y persiguiendo la libertad del movimiento, descubrió el acero y fue amor a primera vista: “Quedé fascinada desde el primer momento”, explica. También ha trabajado con cobre, plomo y aluminio.
Enfocada siempre en ser la ejecutora de sus ideas y ahora, enamorada de los metales, hizo cursos de soldadura, entrenamientos de cortes con plasma, estudios de pinturas de poliéster e investigaciones para la protección de las superficies que permitan que las obras duren en el tiempo: “Trabajar el acero es una tarea ruda y pesada. Me he capacitado en el tema para llevar a cabo mis obras desde cero”, comenta.
Para Viso no hay límites cuando de crear se trata: “La obra más grande que he fabricado hasta ahora es una obra de la serie
Deshojando y pesa una tonelada. Esa obra la fabriqué íntegramente en mi estudio de Caracas”, recuerda.
Su talento la lleva a transformar los metales hasta jugar con la imaginación del espectador haciendo una transición de propiedades: “Las obras pueden verse como un pergamino rasgado… ese rasgado lo fabrico con el acero como si de un papel se tratara. Esa transmisión de propiedades hace ver que el metal es un material suave y dócil como el pergamino, cuando en realidad es algo robusto y rígido”, explica la artista recordando su serie
Deshojando.
Un diálogo con su obra
Antes de traer a la vida sus obras, María Angélica Viso se conecta con el mensaje que quiere transmitir y trabaja inspirándose en imágenes. De naturaleza, arquitectura o paisajismo, la artista es capaz de reinterpretar el mundo a su manera e, incluso, ofrece esta experiencia de forma personalizada para coleccionistas y fanáticos de su trabajo:
“Cuando es para alguien en específico, tomo fotos o pido fotos de la familia o de quienes van a estar en la obra porque ellos son los protagonistas”, explica pensando en su serie
Geometrías Orgánicas.
Después de elegir las imágenes, analiza las formas que encuentra y luego comienza el proceso de abstracción de las figuras; al final, hace una maqueta que determina posición, color y entorno.
“La parte más importante del proceso creativo es la pasión que me genera el sentarme a planificar una obra, donde todos mis sentidos se conectan y concentran con un solo objetivo: dar nacimiento a una nueva creación. Es desconectarme del mundo y adentrarme en este espacio muy propio, donde sólo existe una comunicación entre la obra y mi ser, es un diálogo que va desarrollándose hasta lograr tener esa primera maqueta o dibujo de la misma”, dice la artista.
Asimismo, trabaja incansablemente hasta encontrar la codificación perfecta que le permite dar su mensaje: “Es un momento donde ese diálogo va fluyendo, o a veces tenemos discusiones la obra y yo, hasta que obtengo la satisfacción que estaba buscando. Es una sensación de logro y placer donde la pasión que llevo por dentro queda finalmente plasmada”.
Un éxito en Europa
En búsqueda de nuevos horizontes, Viso se mudó a España y su carrera se elevó considerablemente. Sus mensajes han calado a la perfección con el público europeo y se encuentra en un momento clave de su investigación artística.
“Se me ha abierto un abanico de posibilidades expositivas. He podido exponer cuatro veces en Francia (dentro de las cuales, una exposición fue individual), varias veces en diferentes ciudades de España (incluyendo otra exposición individual en Valencia), otras en Italia, Reino Unido, Estados Unidos, México, Perú y Uruguay”, cuenta.
Además de mostrar su talento en otras latitudes, vivir en territorio español la ha acercado a nuevos materiales y procesos técnicos: “El hecho de vivir en Europa me ha permitido enriquecerme con materiales y un proceso de producción que antes no estaban a mi alcance, lo que me ha permitido una evolución interesante en cada una de las obras que hago”, explica.
“He podido establecer contacto con artistas de otras culturas y nacionalidades, logrando un enriquecimiento maravilloso tanto a nivel personal como a nivel profesional. Eso sí, nunca olvidando a Venezuela, donde también sigo trabajando y desarrollándome y preparando nuevos proyectos expositivos”, asegura.
Si quieres saber más de su trabajo y contactarla, la encuentras en Instagram como
@mariaangelicaviso