Interesada en descubrir los misterios del ser humano, pasó dos años estudiando medicina en Italia, pero no continuó porque la vida tenía para ella otros planes. Consolidada con una familia, Filomena comenzó a darle más atención a sus inclinaciones creativas y poco a poco despertó en ella una pasión que se convirtió en una carrera artística que ha logrado reconocimiento internacional.

Creaciones sin nada de azar
Para la artista, cada cuadro tiene un mensaje especial para poder expresar lo que quería decir. Comenzó a experimentar con diferentes corrientes creativas hasta que encontró una que consolidó de una vez por todas su estilo: “El artista busca llevar fuera todo lo que tiene dentro. Yo pasé por el collage, luego el figurativo, el surrealismo y el expresionismo, pero el informalismo me hace sentir libre, no tengo límites”, explica.
Esta corriente que se creó en Europa en los años 40, invita a los artistas a crear piezas libres, sin formato específico, que promuevan la espontaneidad y la experimentación con materiales y texturas: “Nada se compara a la libertad que siento cuando estoy haciendo una de mis obras, eso es lo que me da el informalismo”, comenta la artista.
Y haciéndole una oda al libre albedrío, para Petrucci la libertad no es sinónimo de desorden; por el contrario, cada milímetro de sus obras está planificado y ejecutado en pro de darle coherencia a su mensaje: “Yo controlo todo lo que ves en el cuadro. Es un informalismo que medita en dónde van las cosas. Cuando trabajo, nada es al azar, todo está muy bien planificado. En cada mancha hay una coherencia”, asegura.