“Cuando el amor llega así de esta manera, uno no se da ni cuenta”, cita una famosa canción de Simón Díaz y fue justo así como el arte llegó a la vida de Tatiana Mantilla. Se había graduado en ingeniería de sistemas, pero descubrió poco tiempo después que la monotonía de la oficina no congeniaba con su ansiedad creativa.
En búsqueda de nuevos caminos, terminó siguiendo los pasos de su padre, Gilberto Mantilla, artista plástico venezolano, y decidió entrar de lleno en el mundo del arte: “Fue uno de esos cambios que te da la vida sin buscarlos. Falta que tengas las herramientas en el momento adecuado para que tus genes florezcan y saquen todos esos conocimientos que no sabes que tienes, pero que están ahí”, dice Tatiana.

Su inspiración principal viene de la refracción de la luz en el agua, una visión que tuvo haciendo buceo libre en las playas venezolanas: “Estaba en Chichiriviche de la Costa y cuando entré al agua quedé maravillada por cómo se movía la luz y cómo cambiaban sus colores”. Desde entonces, ha trabajado en pro de plasmarlo en sus obras.
La autenticidad de su arte nace de su carácter impulsivo e instintivo al momento de crear: “Yo hago y pinto lo que me gusta siempre. Disfruto experimentar”, comenta Tatiana.
“Verla pintando es una maravilla… es una apasionada de lo que hace y todo busca hacerlo por sí misma. Yo la guío con algunas cosas, pero su trabajo es completamente pasional”, explica su padre.

“Nada es planificado”
Su proceso de creación es absolutamente espontáneo. Tatiana asegura que ni planifica sus obras ni hace bocetos. Pinta directamente en el lienzo y es la obra misma la que se desarrolla ante ella, sin estudios previos: “Para mí es algo natural. Yo hago mis líneas en el lienzo y todo sale de forma muy lírica. Nada es planificado, los colores los elijo por pura intuición, como vengan”, afirma.
Sus líneas son tan exactas que, al pararse frente a una de sus pinturas, la incredulidad te invita a pensar que es un trabajo digital, pero no, todo es pintura. La artista logra niveles de precisión sorprendentes con su pincel gracias a la práctica constante: “Siempre termino una pintura y ya quiero correr a la siguiente”, comenta entre risas.
Su sello como artista, además del carácter psicodélico de sus colores, es el degradé, una característica innegociable en sus cuadros: “Todo lo que se ve es con pincel, me costaba mucho al principio. La primera vez me salió por accidente… boté un pote de pintura y corrí a limpiarlo con un paño y apareció perfecto. Trabajé años para lograrlo y, con mucha paciencia, ya está justo como quiero”, confiesa.
Además de sus estallidos de colores, Mantilla complementa sus obras con trazados de líneas metálicas que hacen que las obras cambien según la intensidad de la luz: “Depende de qué lado la veas, la obra cambia y se mueve. A esa magia yo la llamo cinetismo accidental, porque se mueve ante ti, aunque esa no sea mi intención. Aparece sola, después de que el cuadro está terminado”, explica.

Abstraccionismo geométrico
Descubriéndose como artista, trabajó con realismo y dibujo sobre papel, pero las figuras geométricas se convirtieron en su musa y, desde entonces, se dedica al abstraccionismo geométrico: “Siempre me ha gustado la perspectiva, la profundidad, el movimiento. El abstraccionismo geométrico me invita a verlo, es una sensación inexplicable y por eso lo quería crear también”.
Con sus colores psicodélicos y líneas perfectas, Tatiana Mantilla le hace un homenaje a la clásica rebeldía de los artistas. Para ella, la conversación de un cuadro se desarrolla entre ella y sus pinceles, sin intervenciones externas. La libertad es el alimento de su arte, pero se define como una abstraccionista geométrica absoluta.
Sus trabajos los consigues en la Galería Artesanalia en Paseo Las Mercedes y puedes ver más de sus obras en su cuenta de Instagram @TatianaOpArt.

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Curiosidades

• Un libro de física tiene una obra de ella en la portada
• Adora a Juvenal Ravelo y lo considera su mentor
• No usaría el color verde aceituna para pintar

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