Desde su primera exhibición individual en 1993, Jesús Guerrero se ha dedicado a trabajar contra la fórmula. Traduciendo el mundo a su alrededor en su propio lenguaje, su obra se ha ganado un puesto importante en la contemporaneidad del arte nacional. “No paro en una idea o en una fórmula, sino mas bien busco ir en contra de la fórmula. Esto me permite vivir una expectativa constante por descubrir y descubrirme a mí mismo”, explica.
Creció en el seno de una familia humilde en Tovar (Mérida) y recibió apoyo inmediato cuando decidió que el arte sería parte de su vida. “Me inicié en el taller de mi hermano José Luis Guerrero, Martín Morales y Gilberto Pérez, artistas que ya tenían tiempo trabajando con mucho interés, sobre todo, en el campo de la serigrafía. También, en 1981, entré al Taller de Arte Ébano Méndez Osuna de Tovar, donde aprendí mucho sobre habilidades técnicas y eso me abrió las puertas para estudiar en el Centro de Enseñanza Gráfica (CEGRA) en Caracas”.
Mientras se formaba, compartió con grandes maestros venezolanos como Carlos Cruz-Diez, Gego, Jacobo Borges, Jesús Soto, entre otros, quienes lo impulsaron a entrenar el ojo para ver el mundo como un artista.
Tras años de formación, estudio y experimentación, ahora su vida se mueve entre latitudes diversas. Hace vida en Madrid y es este intercambio cultural lo que alimenta su creatividad: “He vivido en grandes ciudades y tengo la virtud de ser un artista inquieto… ese desplazamiento constante se parece a la manera como me planteo el arte”.
Geometría imperfecta
Su lenguaje se ha desarrollado en campos geométricos, pero Guerrero busca salir de lo convencional y se entrega a una propuesta que revoluciona los conceptos clásicos, abrazando el azar y la imperfección como parte de su proceso creativo.
“Toda obra parte de una referencia”, comenta, inspirándose en el camino de grandes geométricos como Piet Mondrian, Theo van Doesburg, Jesús Soto y Alejandro Otero. Sin embargo, el artista se esfuerza en desarrollar su propio mensaje dejando a un lado la ejecución milimétrica que exige la atmósfera geométrica.
Un proceso creativo disfrutable
Guerrero se ha dedicado a la exploración de la pintura por más de 40 años y, gracias a sus investigaciones, ha logrado hacer de su proceso creativo una experiencia disfrutable: “Es un juego, un mundo de diversión, como debe ser el arte: un disfrute total”, explica.
“El azar siempre ha sido parte importante en mi obra”, afirma el artista, quien permite que cada pincelada cobre vida en sus lienzos.
Su experiencia le permite abrirle la puerta a la exploración libre: “En el desarrollo de la obra, se juntan varios aspectos y se basa en darle libertad a que aparezcan esas soluciones plásticas que aportan a la obra. Lo inesperado, los errores… todo lo valido y lo acepto”, asegura.
Su foco absoluto es la pintura y el análisis de cuáles son sus límites: “No es suficiente llegar a ser un buen pintor, hace falta proponer. Con ese idioma o medio que aprendí, estoy obligado a construir algo que sea superior a las herramientas técnicas”.
Es justamente su visión azarosa lo que hace que su propuesta se mantenga fluida y rebelde, evitando los cánones impuestos por teorías pictóricas y entregándose permanentemente a la alegría del hallazgo.
Su trinchera
Es un artista con una obra extensa y diversa, pero dentro de su producción se repite casi inconscientemente una variante: el color amarillo. Se ha vuelto tan característico que resulta imposible ver la tonalidad sin pensar en sus obras y, tras décadas de tenerlo en su paleta, finalmente responde el por qué: “Es una conexión no tanto como color, sino como un lugar seguro, como una trinchera donde me refugio”, explica con cariño.
Trascendencia y posteridad
Una de sus exhibiciones más importantes fue “
Escenarios” en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en el 2014 que, con el uso materiales poco convencionales (como láminas de zinc y lonas de camiones), buscó darle a su obra la capacidad de evolucionar y auto-sustentarse en el tiempo.
Previendo el deterioro natural de sus materiales, Guerrero le da la oportunidad a su creación de mantenerse vigente, valiosa y diversa: “Para mí, las obras tienen vida y es ahí donde el artista se convierte en un creador… cuando tiene la capacidad de hacer que se defiendan en el transcurso del tiempo”.
“La propuesta ahora es lo frontal”
Rescatando la frontalidad y la contemplación estática, Jesús Guerrero asegura que su camino se mantiene en la bidimensionalidad: “La propuesta ahora es lo frontal. Prescindir de toda idea de profundidad, de espacio ilusorio, de perspectiva”, indica.
Tras años de propuestas en las que la “cuarta dimensión” mencionada por Jesús Soto se apodera de las corrientes artísticas, Guerrero nada contracorriente manteniéndose fiel a su visión: “Es todo un contrasentido en el caso de la propuesta de Soto, pero es mi manera de aparecer y proponer, manteniendo la fascinación diaria por descubrir y hacer arte”.
Su trabajo es una sólida reflexión sobre los límites de la pintura. Cada una de sus obras hace que el espectador se concentre en un trabajo que te induce sutilmente a mirar hacia adentro y a disfrutar del poder de su geometría flexible.
La solidez de su propuesta lo sitúan como uno de los artistas venezolanos más importantes del momento y, de acuerdo con su visión, el arte nacional está en ascenso: “Tenemos la suerte de vivir un momento extraordinario de la historia porque hemos heredado el más amplio legado modernista. Venezuela ha sido vistoso teniendo grandes representantes y ellos nos han estimulado y marcado pautas en el camino hacia la contemporaneidad”, dice.
Su más reciente exhibición,
“Frontalidad y Vacío”, se inauguró en la Galería Espacio Landaburu (Madrid) en febrero de este año y es un espacio que reitera el carácter estrictamente bidimensional de su obra: “Esta exposición ha cubierto esa necesidad de verse, de exponerse y de desarrollar inquietudes. Aquí insisto en la idea de prescindir de toda ilusión de profundidad, de espacio virtual… llevando la pintura hacia los bordes de su posibilidad o, mejor dicho, de mi posibilidad de pintor”, comenta el artista.
Su mensaje resulta universal y cala en todo tipo de públicos. Tiene años destacándose en España y continúa su riguroso proceso artístico de “búsqueda, revisión y contradicción”.