Su nombre resuena en la memoria de muchos como el diseñador de misses, aquel que vistió a la Miss Universo 2023, Sheynnis Palacios, y por ser uno de los diseñadores venezolanos que ha llevado su propuesta hasta la Semana de la Moda de Nueva York. Pero más allá de esto, es un hombre auténtico, divertido, apasionado y con un concepto de belleza que va más allá de las coronas y el brillo.
Entre la herencia y la intuición
Los primeros años de su vida los vivió en Beirut, pero a los seis años, con una guerra civil iniciando, su familia tuvo la suerte de tomar el último avión que despegó tras desarrollarse esos acontecimientos. Así fue como un pequeño que había crecido en una cultura totalmente diferente comenzó un nuevo capítulo en tierra zuliana.
Su viaje estuvo muy cerca de la Navidad y, lejos de sentirse extrañado por todo lo nuevo que estaba a su alrededor, este pequeño se maravilló por la cultura, las luces, los colores y el pesebre. Fue aquí donde comenzó este largo camino que hoy, muchos años después, lo han llevado a sentirse 100% venezolano.
Su amor por la moda comenzó con su madre, una mujer que describe como elegante, minimalista y glamurosa. Para él, era un juego muy divertido el acompañarla con los modistos para la elaboración de sus trajes. Creció alrededor de dos mujeres que mantenían una vida social activa, ya que su hermana era su segundo ejemplo, y ambas tomaban su opinión en cuenta para completar sus atuendos, disfrutando de su buen gusto y sus conocimientos empíricos.
A sus 17 años, una amiga de su madre, luego de halagar una creación hecha por él, le propuso hacerle un vestido con unas telas que había traído del extranjero. Esto para Nidal fue una gran oportunidad y lo tomó como el primer paso en su carrera. Tanto gustó esta creación que se presentó ante él la oportunidad de trabajar en una empresa dedicada al prêt-à-porter, lo que le abrió las puertas al mundo de la moda en Venezuela.
Su estructura de la moda
Estudió en un colegio de varones, un lugar donde no había mucha cabida para la creatividad; sin embargo, en casa siempre fue apoyada su parte artística. Su padre tenía pensado un plan en el que, luego del bachillerato, asumiera un papel dentro del negocio familiar; pero Nidal ya tenía sus pasos planificados. A escondidas de sus padres, y esto lo contó entre risas y orgullo, estaba trabajando como diseñador y modisto directamente para la dueña de la empresa que antes lo había tomado como aprendiz. Ahora tenía más responsabilidades, pero eso no le hizo quitar el dedo del renglón, pues ya tenía claro que quería estudiar arquitectura en la Universidad del Zulia. Con nostalgia y alegría me cuenta que igual sus padres lo apoyaron totalmente en sus estudios y lo acompañaron en hacer realidad sus sueños.
Nidal menciona esta historia como un hito importante en su carrera, pues gracias a su determinación y el amor de su familia es hoy el hombre maravilloso que es, tanto en lo profesional como en lo personal.
La arquitectura lo llevó a comprender la moda desde otro ángulo, ya no sólo pensaba en la estética de los diseños, sino en cómo podía hacer para que se vieran increíbles desde adentro, ideando formas, o “columnas” como él las llama, para que la silueta de las mujeres se marcara de una manera favorecedora y natural.
El hombre detrás del cristal Uno de los elementos que destacan en los diseños de Nidal son los brillos y, si bien se podría pensar que es lo que lo hace destacar, no es así cuando lo conoces un poco más. Durante la entrevista se fueron levantando las capas para mostrar a un hombre que cree fielmente en su creatividad. Muestra la pasión que siente por su arte de una manera muy humilde y divertida. Sin duda, escucharlo es una gran motivación.
Su camino no ha sido tan sencillo como muchos creen. Ha estado lleno de altos y bajos, miedos y retos que asumió con incertidumbre; no obstante, es sorprendente su capacidad de reírse de sí mismo, de su historia y de sus grandes aventuras. No sólo diseña desde la belleza, sino también desde la historia, desde la admiración por lo que lo rodea y desde la fuerza de querer hacer sentir a quien lleva sus creaciones una persona capaz, empoderada y firme.
La determinación ha sido, sin duda, su mejor acompañante. Su éxito se debe a una energía increíble y a unos valores enfundados por una familia que le acompañó en todos sus momentos y no dudó jamás de sus sueños, algo que, para mí, es una pieza importante en esa conexión tan mística que tiene con la moda, con el arte y con el sentimiento que irradia una persona que se siente poderosa a través de lo que usa.
Al preguntarle sobre su proceso de inspiración, afirma: “Cierro mis ojos, conecto con mi corazón y busco que aquellas que visten lo que hago se sientan hermosas”. Sí, es un hombre que se fija en lo que está a su alrededor: en Venezuela, en su amada Maracaibo, en los colores, en los matices de un paisaje, en la vida misma… pero también es alguien que hurga en las emociones, en los sueños y en ese poder que todos llevamos dentro. Nidal es mucho más que un diseñador de certámenes de belleza.
Seguir cumpliendo sueños Se le conoce por vestir a muchas mujeres hermosas, pero Nidal también ha logrado llevar su nombre y sus diseños a pasarelas importantes de Venezuela y el mundo.
Confiesa que su misión es transformar cuerpos y situaciones reales en sueños: “Yo quiero que ese papagayo vuele”. Y es así como trabaja día a día en nuevos diseños que sigan enfatizando la belleza de cada mujer, mostrando, al mismo tiempo, tanto en Venezuela como en diversas partes del mundo, el talento que hay en el país en cuanto a moda se refiere.
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