ESPECIAL
POR ADRIANA BELLO G.
Cruella
En el nuevo live action de Disney la moda tiene un lenguaje propio
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Fotografía Cortesía de Disney

La primera vez que se supo que Disney haría otra película de su villana Cruella de Vil, las opiniones en redes sociales fueron encontradas. Después de todo, ya existe una versión humana de los 101 Dálmatas, esa que protagonizó majestuosamente Glenn Close en 1996.

Sin embargo, quienes ya han visto o leído sobre Cruella, sabrán que no es la misma historia, sino mas bien sobre el origen de esta icónica villana.
De hecho, la cinta se ubica cronológicamente entre los años 60 y 70, algo que a nivel de diseño de vestuario también se ve reflejado, no sólo por la época, sino también por las características de los personajes.
 
La Cruella de Glenn Close es una mujer adulta que ya ha consolidado un imperio de moda. La Cruella de Emma Stone es una joven que sueña con convertirse en una diseñadora estrella y debe probarle al mundo (y sobre todo a su ícono, la baronesa Von Hellman, interpretada por Emma Thompson, dueña de la lujosa tienda por departamentos Liberty), su talento.



La encargada del diseño de vestuario fue las dos veces ganadora del Oscar Jenny Beavan, con quien tuve el placer de compartir una conferencia vía Zoom, donde explicó cómo fue el proceso de creación.


 

Fashion y política
Claramente la moda en la película se centra en los dos personajes principales: Cruella y la baronesa. Pero es interesante que, más allá que la historia se desarrolle en el mundo del diseño, el vestuario se utilice como método narrativo, no nada más estética.
 
Después de todo, como una vez dijo Coco Chanel: “La moda no existe sólo en los vestidos (…) La moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo”.

Por eso hay que trasladarnos al Londres de finales de los años 70 de la vida real, donde había dos polos opuestos: por un lado, había una clase dirigente, casi aristócrata, que se vestía de una forma clásica y de grandes diseñadores como Dior, Givenchy y Balenciaga; y por otro, empezaba a surgir la “subcultura” gótica y punk como un movimiento contra el establishment, con diseñadores emergentes (muchos de ellos autodidactas) y propuestas más polémicas y arriesgadas.

Las protagonistas del film van a reflejar perfectamente este contexto histórico y, además, lo van a entrelazar con sus propias historias.




El estilo intocable de la baronesa
El personaje interpretado por Emma Thompson tiene 33 cambios a lo largo de toda la película. En todos parece que está lista para una fiesta tipo cocktail y que bien podría ser, en vez de diseñadora, la editora de una revista de moda a lo Miranda Priestly. Se nota indiscutiblemente la influencia de Christian Dior y Balenciaga, todos looks muy esculturales y donde todo está en orden y muy prolijamente cuidado.
 
Y así es la baronesa, una mujer a la que no le gustan las sorpresas y que es sumamente calculadora. Sin embargo, al igual que en The Devil Wears Prada, es interesante ver que aquí también se demuestra que, a veces, debajo de todo ese glamour, se esconden vulnerabilidades e inseguridades. Aunque es admirada por muchos y prácticamente puede ser considerada toda una institución, la baronesa es ligeramente anticuada y eso es algo que la industria de la moda no perdona, y ella lo sabe, así que antes de fracasar, prefiere apropiarse de los diseños de Estella (el nombre original de Cruella), que tiene propuestas más frescas.

Cruella: punk y revolución
Cuando Cruella decide desafiar y vengarse de la baronesa (por algo que prefiero no mencionar para no hacerle spoiler a nadie), lo hace usando el método que mejor conoce: la moda. Si la baronesa es pura elegancia clásica, Cruella es todo lo contrario: gótica.
 
Sus atuendos (47 en total) son sinónimo de rebeldía, de ir contra el status quo, de desafiar lo establecido, de romper reglas. No obstante, son igual o hasta más pensados que los de la baronesa para transmitir un mensaje, uno que, por si acaso no quedaba claro con la ropa, fue bastante explícito en uno de sus maquillajes cuando se escribió “el futuro” en la mitad del rostro (que, por cierto, dato curioso, usando casi el mismo estilo de letra que usó la banda Sex Pistols para su álbum de 1977, Never Mind The Bollocks).





Pero más allá de la venganza, también es interesante ver a lo largo del film cómo Cruella usa la moda como un medio de auto-expresión. A medida que ella va aceptándose como es y que cree en su talento, expresa su libertad y confianza en sí misma a través de los atuendos que crea. Desde una falda enorme de rosas rojas (que en la vida real fueron hechas una por una a mano) hasta un vestido hecho con trajes pasados de la baronesa simulando basura.
 
En Cruella podemos ver la rebeldía del fallecido diseñador Alexander McQueen, la excentricidad de John Galliano y, sobre todo, a la reina del punk inglés: Vivienne Westwood.

La diseñadora de vestuario Jenny Beavan confesó que, aunque vio el film de 1996, no se basó en los trajes de Glenn Close, ya que son dos épocas totalmente diferentes; sin embargo, sí pensó que lo que usara Emma Stone, podría luego convertirse y evolucionar en lo que vimos en el live action de Close.

La paleta de colores también fue muy importante e igualmente refleja el contraste de los dos personajes principales. La de Cruella es blanco, negro, gris y rojo. Sin embargo, a medida que se va haciendo más malvada, su vestuario también se va oscureciendo, siendo el negro el mayor protagonista. En cambio, la de la baronesa tiende más a los tonos cálidos y metálicos.

Sin duda, la moda es omnipresente en todo el film, pero no sobrepasa a los personajes, sólo se convierte en una poderosa herramienta -visualmente bastante atractiva- para contar la historia detrás de una de las villanas favoritas de Disney.



Sin pieles
Irónicamente, en esta película no hay ningún tipo de piel, ni siquiera es algo relevante a diferencia de las películas de 101 Dálmatas. No tiene nada que ver con que la diseñadora de vestuario sea vegetariana y miembro de PETA, sino que forma parte de las nuevas políticas de Disney. Por eso tampoco veremos a Cruella fumando, aunque en la versión animada el cigarro sea prácticamente un accesorio de ella.