Viene de una familia de clases sociales distintas y orgullosamente cuenta que su mamá era de Catia y su papá de La Florida.
Adolfo estudió derecho y se graduó hace 30 años en la Universidad Santa María de Caracas y, aunque no tuvo la oportunidad de hacer un postgrado ni más estudios, dice que “en el mundo que vivimos hoy, tienes que estar preparándote segundo a segundo”.
Al terminar la carrera, que cursó junto a su esposa y Pedro Luis Pérez Burelli, se aliaron y crearon la firma de abogados Pérez Burelli & Calzadilla, que tiene tres décadas de exitosa trayectoria. Si bien es cierto que se especializan en el área constitucional, también atienden el área internacional, laboral, mercantil, civil y penal. La fundaron en el oriente del país, ya que vieron gran potencialidad en la región y brindar así soluciones jurídicas para la innovación empresarial.
Uno de sus lemas es “el derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando”. Del mundo de las leyes le gustan los retos: “El mundo jurídico ha dado grandes pasos, ha roto paradigmas y, en Venezuela, aunque tenemos aún grandes dificultades, han hecho algunos avances en materia civil, laboral y constitucional”.
Calzadilla piensa que, detrás de un gran empresario o profesional, hay una gran familia que se fomenta con valores y no con dinero. Él tiene la fortuna de tener una vida familiar hermosa: “Tengo uno de los tesoros más grandes del mundo, porque yo soy novio de mi esposa desde los 17 años, de manera que ya tenemos 31 años de casados y cinco de novios. Ella es el gran amor de mi vida. Tengo dos hijos varones, a los cuales no sólo quiero, sino que admiro y se les ha fomentado familiarmente el valor de la humildad. Yo soy de los que digo que el dinero siempre va y viene, pero tienes que tener un valor humano sobre todas las cosas. Eso es lo que al final de los días te alimenta”.
De los hijos, cree que son el gran capital humano de la familia y en ellos ha dejado un legado valioso. Sin embargo, también comparte sus pasatiempos con ellos: “Me gustan las carreras, los motores. Mi hijo mayor corrió motos por 12 años, fue campeón de motocross; mientras que con mi hijo menor comparto el fútbol. El deporte es algo indispensable en el ser humano”, agrega.
Una meta familiar y un sueño empresarial que tiene es la fábrica de cerveza Kehrhahn (apellido de su esposa). Asimismo, le gustaría abrir una oficina legal en Caracas y está desarrollando un proyecto turístico: “No es el sueño sólo de uno… esto va complementado con lograr incorporar gente a trabajar y que ellos logren sus sueños también. Entonces mi sueño a corto, mediano y largo plazo es tratar de ayudar a la mayor cantidad de personas, porque cuando uno tiene grandes negocios, Dios te pone en el camino eso para ayudar”.
Igualmente, asegura que, aunque le fascinan las motos, el gran placer de su esposa es el mar, así que en un futuro se ve disfrutándolo a su lado. “También me gustaría que todo el mundo pudiera cumplir su sueño y, si no estoy con mi esposa, me dedicaría a ser altruista”, concluye.