Luis Fernando Larrazábal
Por Glendy Cárdenas Soto / Fotografía Katherina Sciuto
Conquistando su sueño
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Ya está en París para competir en los Juegos Olímpicos, pero nació en Venezuela en una familia llena de jinetes: “Tuve la oportunidad de crecer en mi país, rodeado de un núcleo familiar muy unido. Aunque nací en Caracas, crecí mis primeros diez años en Tocuyito, Valencia, rodeado de mucha naturaleza y bastantes caballos”.

Luis Fernando describe a su familia como lo mejor que tiene: “Mi familia es, sin duda, lo mejor que tengo. Mi esposa, mis dos hijos y el tercero que nace pronto, son quienes me acompañan en este camino; son mis motivadores principales para siempre ser mejor. Y gracias a mis padres he podido llegar al nivel en el que estoy hoy, ya que, junto a mis hermanos, me han apoyado incondicionalmente toda la vida”.

Estudió Negocios Internacionales y el golf es su pasatiempo favorito. Lo describe como un deporte que le permite competir amistosamente, mientras comparte con buenos amigos.
 
Otro deporte que está presente en la vida de Luis Fernando, pero a nivel profesional, es la equitación. Llegó a ese mundo gracias a sus padres, quienes también fueron jinetes, y los caballos significan mucho en su vida: “A través de ellos, veo reflejado mi progreso, no sólo como jinete, sino como persona. Diariamente me enseñan y me recuerdan lo que es importante en la vida. Desde la disciplina a la humildad o la paciencia; son virtudes que estos animales me obligan a trabajar. Más que vehículos para un sueño, son mis mejores maestros”.

Desde niño quería ser el mejor jinete profesional de salto, por lo que su carrera en este deporte ecuestre se desarrolló paso a paso y desde hace muchos años: “Es un mundo muy competitivo y un deporte que requiere un compromiso importante. Desde pequeño me ha gustado competir, ganar, ser el más rápido. Ahora, con muchos años de experiencia y enfoque en mis metas, he logrado llegar al punto de mi carrera donde clasifiqué a las Olimpíadas. Es un camino donde muchos dirían que hay que hacer sacrificios infinitos, ya que se trata de elegir constantemente el deporte, de priorizar mis metas a corto y largo plazo. Aunque he tenido que tomar decisiones difíciles, nunca lo he sentido como sacrificio, ya que me considero muy afortunado de poder hacer y vivir de lo que más disfruto, sabiendo que tengo el apoyo incondicional de mi familia”.

El camino para llegar a los Juegos Olímpicos ha sido largo y es la materialización de un sueño que siempre ha tenido Luis Fernando: “Más que todo, ha sido un camino que me demuestra, a diario, la importancia de la determinación y el esfuerzo del día a día, que todo se puede lograr con trabajo y dedicación”.

A corto plazo, su sueño es, por supuesto, ganarse una medalla olímpica, pero en el futuro se ve “igual… compitiendo y trabajando siempre para lograr mis metas y ayudar a otras personas a lograr las suyas. Sólo espero poder estar más en casa con mi familia”, finaliza.