El reconocido director de la Constructora Sambil se graduó de ingeniero civil en la Universidad Metropolitana, carrera que eligió gracias a la admiración que siempre ha sentido por su padre, Salomón Cohen: “Me fascinaba verlo en las obras, planificando, supervisando y construyendo. Recuerdo que de niño me llevaba con él a las construcciones y me explicaba cómo funcionaba todo. Esa cercanía me inculcó no sólo el amor por la ingeniería, sino también el valor del trabajo y la pasión por lo que hago. Siempre quise seguir su legado”.
Alfredo creció en un hogar lleno de amor, con una gran familia donde siempre había ruido, juegos y compañía: “Esa unión familiar es algo que llevo conmigo hasta hoy. Mi familia es numerosa y cada encuentro es una fiesta en sí misma. Somos seis hermanos, tengo 24 sobrinos que siempre han sido como hijos para mí y, ahora, ya estamos en la tercera generación, con más de 50 sobrinos-nietos. Lo que más me llena es que, a pesar de ser tantos, siempre encontramos momentos para reunirnos y celebrar. Esta gran familia es una fuente constante de apoyo y motivación en mi vida”.
Sus padres le inculcaron desde pequeño que el trabajo es la base para lograr cualquier cosa en la vida y debe ir acompañado de honestidad: “Mi padre siempre fue un hombre muy trabajador y le gustaba ayudar a los demás, al igual que mi madre. Estos valores no sólo marcaron mi vida personal, sino que también los he aplicado en cada proyecto y en la forma en que lidero la empresa. Creo firmemente en que el éxito empresarial debe basarse en la ética y la transparencia”.
Con el paso de los años, ha podido ver cómo Constructora Sambil ha crecido y evolucionado desde sus inicios. Destaca que “es un lugar donde cada colaborador forma parte de una gran familia y esa sensación de unión es lo que nos distingue. Lo que más disfruto es el ambiente positivo que se vive a diario. Desde la oficina central hasta cada uno de nuestros centros comerciales, siempre hay una energía contagiosa. Ver nuestros proyectos cobrar vida, cómo las personas disfrutan de los espacios que hemos creado y cómo nuestros colaboradores aportan su pasión y dedicación es algo que me llena de orgullo y me recuerda cada día por qué amo lo que hago y me motiva a seguir trabajando para mejorar y crecer”.
En su tiempo libre disfruta de estar en exteriores, ya que “es una forma de desconectar del trabajo y recargar energías. El golf ha sido una pasión durante muchos años; me encanta la calma y concentración que requiere, es un deporte que te enseña paciencia y estrategia. Recientemente, descubrí el pádel y también lo disfruto porque es dinámico y me permite compartir tiempo con amigos y colegas de una manera divertida”.
El éxito del Sambil La Candelaria ha sido contundente y ya también abriendo las puertas del Caracas Outlet en Boleíta: “Mi mayor deseo a corto plazo es ver a Venezuela desarrollarse como un país donde la prosperidad sea alcanzable para todos. Quiero que podamos ofrecer un futuro brillante a las próximas generaciones, un país donde mis hijos y nietos puedan vivir en paz, con oportunidades de crecimiento y un ambiente de armonía. Creo que tenemos el potencial y los recursos para lograrlo, pero es necesario que todos trabajemos juntos”.