Don’t worry, be happy!
Por Aimara Cañizales Garmendia - @aimavalen
La magia de los abrazos
A veces nos cuesta darlos, pero como nos reconforta recibirlos. Los abrazos deberían ser una constante en nuestro día a día y formar parte de nuestras rutinas. Quédate leyendo y entiende el por qué los recomendamos tanto
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Mi hijo de diez años siempre me pide abrazos, a toda hora, sin razón específica o motivo particular aparente. De repente aparece donde estoy, se para al frente mío y me dice “abrazo” y yo, por supuesto, se lo doy. Nos quedamos unos segundos abrazados y él suspira. Yo quizás no suspire, pero siento un chute de energía inexplicable. Ese es uno de los poderes de los abrazos.

Contacto y apego
Los abrazos son algo instintivo que nos distingue de otras especies, confirma que somos humanos que requerimos ese contacto físico y queremos cubrir necesidades de apego.
La calidez y cercanía de un abrazo usa lo que se conoce como el tacto lento, un contacto profundo e intenso que nos desencadena cerebralmente respuestas que incluye producción de oxitocina, relajación corporal y equilibrio del sistema nervioso, entre muchas otras cosas más.

Reacción corporal

La reconocida psiquiatra Marian Rojas Estapé afirma que debemos volver a la revolución de los abrazos y entregarnos a sus beneficios y a esa liberación de oxitocina (la hormona del amor y la felicidad) y producción de endorfinas (aquellas hormonas que te hacen sentir mejor), porque al ocurrir estos sucesos sencillos dentro de nosotros, se desencadenan instantáneamente cambios positivos en nuestro cuerpo.




Un abrazo bien dado puede:
1. Reducir estrés y ansiedad, brindando mayor sensación de serenidad y alegría.
2. Bajar el ritmo cardíaco y la tensión arterial.
3. Mejorar el ciclo del sueño y equilibrar el sistema nervioso.
4. Ayudar al sistema inmune potenciando nuestra respuesta a enfermedades y recargando la energía que sentimos.
5. Fomentar mejores relaciones y estrechar el vínculo entre las personas.
6. Ayudar a comunicar y transmitir emociones y sentimientos, sin necesidad de decir una palabra.
7. Reducir el dolor y brindar calma y sosiego en situaciones de tristeza.
8. Ayudar a disminuir la sensación de soledad.
9. Fomentar la autoestima, porque al abrazar a una persona le recordamos que no está sola, desencadenando una sensación de ancla a la vida y además le brindamos protección y seguridad.
10. Producir placer e, incluso, mejorar la excitación sexual.



Abracemos más
Lo dice la ciencia y muchos estudios lo demuestran y lo han demostrado a lo largo de la historia. De los primeros estudios que demostraron la importancia de los abrazos está en el que se basaron los psicólogos Harry Harlow y John Bowlby para demostrar la teoría del apego en 1958 y de allí en adelante han salido varios donde se demuestran los múltiples beneficios emocionales y fisiológicos de recibir abrazos.
La Organización Mundial de la Salud recomienda esta práctica para ayudar a personas mayores a preservar la longevidad y también aconseja lo que se conoce el “contacto piel con piel” cuando los bebés son prematuros, para ayudarles a salir adelante.
Haz el ejercicio y abraza. Abracemos más y dejémonos abrazar más. Nada perdemos: el poder y la magia de un abrazo se pierde de vista.



Sin apuros
Un abrazo bien dado y que busque además beneficiar al otro, debe durar por lo menos entre 5 y 10 segundos para que se sienta realmente y logre que los cuerpos reaccionen desencadenando procesos que traerán beneficios inmediatos. No lo decimos nosotros, recientemente un estudio de la Universidad de Londres indicó que este era el tiempo de un “abrazo perfecto”.