Sucesos
Historias de la violencia venezolana: “Cara e muerto”, el youtuber malandro
5 de diciembre, 2021
Por: D' HOY CARLOS
Hay personas que desde niños están marcadas por la violencia, dicen de esos que son malos desde chiquitos, jóvenes que viven en el crimen y la violencia. Muchos mueren en el camino, algunos intentan enderezarse unos lo logran y otros llegan a arañar el éxito.
Luidig Alfonso Ochoa es uno de estos últimos. Hay dos cosas que el propio Luidig recordaba de su niñez: su gusto por el dibujo y el brillo de una pistola. Tenía 14 años cuando tuvo su primer arma de fuego, su camino estuvo marcado por la pólvora y el plomo, la tinta y el papel.
De adolescente pasó temporadas en los albergues de menores y saltaría a las grandes ligas. Una noche funcionarios de la Polichacao lo atraparon “chambeando” armado. Le encontraron una pistola solicitada y se ganó un boleto directo a La Planta donde pasó dos años.
Pero como suele suceder en esta tierra de gracia, lo que te encierra, también te libera. Irónicamente sería el retardo procesal lo que lo sacaría de la cárcel al no haber pisado un tribunal durante los años que estuvo preso, le otorgaron una medida cautelar.
En la calle nuevamente continuaría su entrenamiento, hasta un día en que intentó matar a un hombre. Lo detuvieron y enviaron a la universidad, o sea a Tocorón, “Cara e muerto” entraba en escena.
El apodo se lo había ganado por las heridas de guerra que dejaban huellas en su cuerpo. Más de 15 balazos, tres de ellos en la cara, puñaladas, cortes con machetes. Era todo un mapa de la violencia, hombre hecho a sangre y fuego literalmente.
Sabía como se “mueve el tren” conocía el funcionamiento de la cárcel, los salvajes engranajes que operan tras las rejas. Sabía que no debía “comerse la luz”, o sea equivocarse y que tenía que unirse a los más fuertes. Así, gracias a la fama que arrastraba logró hacerse “lucero” del pran de Tocorón y con el tiempo “llevaría el carro”, sería el segundo del penal.
Tocorón fue su casa por cinco años de plomo y muerte. Cuando salió, en 2008, sus amigos lo llevaron a Caracas donde trabajó en Ávila TV , luego fue a VTV y al Minci, allí aprendió a hacer videos, a editar y dibujar con computadoras. En 2010 asesinaron a su hermano y Luidig... finalmente decidió dejar la mala vida.
Se dedicó a dibujar, a contar historias, hacer animaciones. Se compró una computadora y bajo el acrónimo de Luidigalfo, Luidig Alfonso Ochoa comenzó a cargar en su canal de YouTube un seriado que marcaría la historia de los youtubers venezolanos.
Cárcel e Infierno nacía y casi de inmediato se viralizó. En 10 hiperviolentos episodios narró la realidad de las cárceles nacionales, se coló entre los jóvenes y fue una de las las series más vistas del continente. De pronto el camino de Luidig se abría.
Grabó un par de series para la web, se internacionalizó, recibió ofertas de productores para hacer una película, creó una marca que se vendía como pan caliente y sentimentalmente iniciaba una relación con la vedette y actriz Jimena “Rosita” Araya.
El camino parecía despejado cuando el destino con sus karmáticos giros hizo su jugada. Era el 8 de agosto de 2014 cuando salió en su motocicleta. Un sujeto lo interceptó presuntamente para robarlo y cuando Luidig intentó correr le disparó tres veces.
De los 18 disparos y múltiples puñaladas que recibió a lo largo de su vida, estos fueron los últimos. El tiro que le dio en el intercostal izquierdo fue el que lo mató. Así se cerraba la historia del primer youtuber venezolano, un artista con un gran potencial que lamentablemente se autodescubrió cuando ya era muy tarde. CDM